martes, 10 de marzo de 2015

ANAXIMANDRO



Les hablaré de un filósofo poco conocido que tuvo un concepto revolucionario para su época. Les invito a conocer su historia.

Anaximandro de Mileto (en griego antiguo ναξίμανδρος; Mileto, Jonia; c. 610 a. C.-c. 547 a. C.) fue un filósofo jonio. Discípulo y continuador de Tales, compañero y maestro de Anaxímenes; se le atribuye sólo un libro, que es sobre la naturaleza, pero su palabra llega a la actualidad mediante comentarios doxográficos (es una rama de la literatura que comprende aquellas obras dedicadas a recoger los puntos de vista de filósofos y científicos del pasado sobre filosofía, ciencia y otras materias) de otros autores. Se le atribuye también un mapa terrestre, la medición de los solsticios y equinoccios por medio de un gnomon (objeto alargado cuya sombra se proyectaba sobre una escala graduada para medir el paso del tiempo), trabajos para determinar la distancia y tamaño de las estrellas y la afirmación de que la Tierra es cilíndrica y ocupa el centro del Universo. La respuesta dada por Anaximandro a la cuestión del arché (fuente, principio u origen) puede considerarse un paso adelante respecto a Tales (del que Anaximandro probablemente fue discípulo). El arché (principio) es ahora lo ápeiron (de a: partícula privativa; y peras: ‘límite, perímetro’), es decir, lo indeterminado, lo ilimitado, que es precisamente, según hemos dicho, el concepto de lo que vamos buscando. Lo que es principio de determinación de toda realidad ha de ser indeterminado, y precisamente ápeiron designa de manera abstracta esta cualidad. Lo ápeiron es eterno, siempre activo y semoviente. Esta sustancia, que Anaximandro concibe como algo material, es «lo divino» que da origen a todo. De Anaximandro se conserva este texto, que es el primero de la filosofía y el primer texto en prosa de la Historia:

    El principio (arjé) de todas las cosas es lo indeterminado (ápeiron). Ahora bien, allí mismo donde hay generación para las cosas, allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia, según el orden del tiempo.
   
¿A qué se refiere esta «injusticia"? Puede tener dos sentidos. Primero, que toda existencia individual y todo devenir es una especie de usurpación contra el arché (principio), en cuanto que nacer, individuarse, es separarse de la unidad primitiva (algo parecido se encuentra en las doctrinas budistas, que ven el mal en la individualidad). Y segundo, que los seres que se separan del arché (origen) están condenados a oponerse entre sí, a cometer injusticia unos con otros: el calor comete injusticia en verano y el frío en invierno. El devenir está animado por la unilateralidad de cada parte, expresada ante las otras como una oposición (Esta idea se volverá a ver más tarde en Heráclito).

En Anaximandro se encuentra ya una cosmología que describe la formación del cosmos por un proceso de rotación que separa lo caliente de lo frío. El fuego ocupa la periferia del mundo y puede contemplarse por esos orificios que llamamos estrellas. La tierra, fría y húmeda, ocupa el centro. Los primeros animales surgieron del agua o del limo calentado por el sol; del agua pasaron a la tierra. Los hombres descienden de los peces, idea que es una anticipación de la teoría moderna de la evolución. Todos proceden del fenómeno húmedo (la tierra en un principio era líquida, y por el proceso de disociación, lo húmedo dio lugar a lo viviente). El hombre tuvo como primeros antepasados a los peces y luego a otros animales primitivos. Con razón, podría ser considerado como el primer cosmólogo y como el antecesor de la teoría del evolucionismo.

No está nada claro que la idea de un ser consciente y racional, gobernador del cosmos, se encuentre presente en esta época. Muy posiblemente, tal idea no la encontramos, dentro de la filosofía, hasta que Platón nos hable de su Demiurgo. Por todo ello, lo más probable es que, según Anaximandro, lo indeterminado (apeiron) actuara de modo mecánico y no, a  través de intenciones conscientes, en relación con los cambios existentes en la naturaleza. De todos modos, si se tiene en cuenta el caracter antropomórfico que Homero y Hesiodo atribuían a los elementos naturales, no puede excluirse totalmente la idea, aunque no exista ningún texto en que apoyarla, de que lo apeiron era una realidad divina personal que controlaba como un dios todo el proceso de la naturaleza. Una de las cuestiones que llaman la atención, en relación con lo apeiron, es el explicar y comprender las razones que llevaron a Anaximandro a elegir como principio originario, no a uno de los elementos, sino un concepto tan abstracto como lo indeterminado (apeiron). Si acudimos a Aristóteles podemos encontrar dos posibles explicaciones a este hecho:

-   Por un lado, Aristóteles, afirma que si Anaximandro situara como principio originario (arjé) uno de los cuatro elementos, entonces ese elemento (causa originaria e infinita) tendería, por su propia naturaleza, a eliminar y a destruir a su contrario. Por ejemplo, si el principio material originario fuera el fuego, entonces parece ilógico suponer que de él pudiera surgir un elemento contrario, como, por ejemplo, el agua ya que la observación común nos muestra que ambos tienden a destruirse. Pues bien, dado que ninguno de los elementos (tierra, agua, aire y fuego) puede ser el origen de sus contrarios, lo logico sería suponer que el principio originario, de donde procede todo, debe ser una substancia distinta a cualquiera de esos elementos. A ese principio, diferente y distinto de los elementos, lo denominó Anaximandro como lo apeiron. En este contexto, por tanto, lo apeiron, sería sinónimo de algo indefinido.

-   Por otro lado, Aristóteles, afirma que Anaximandro pensaba que unicamente una materia primaria infinita garantizaría que no se acabara el mundo por falta de tal material.  En este contexto, lo apeiron es sinónimo de algo infinito.

A la conclusión que llego de este hombre notable, es que mientras otros filósofos de su época se inclinaban por algunos de los cuatro elementos (Agua, Aire, Fuego y Tierra), como el origen de la vida en nuestro planeta, el se inclina por algo diferente, el Indeterminado, que es algo a mi modo de ver infinito, indefinido, que no puede medirse, si bien no lo vemos a simple vista, está presente en este Mundo. Otra cosa que me llama la atención es que se haya adelantado a dar una explicación de donde descendemos los seres humanos, anticipándose a la Teoría del Origen de las Especies por Selección Natural, de Charles Darwin. Además, del concepto de nacer, nos separamos de nuestra unidad y los seres que se separan de si, cometen injusticia unos contra otros, son bastante similares a los conceptos budistas de Reencarnación y Karma, respectivamente. Con el paso del tiempo, se comprobó que las afirmaciones de Anaximandro sobre la forma de la tierra y de nuestra posición en el Universo, eran equivocadas. Se comprobó que la primigenia explicación de Anaximandro sobre que los peces son el origen del hombre, está descartada. Puede que ese Indeterminado que nos propone este filósofo griego, es más bien mecánico y falto del amor que el Dios que conocemos tiene, pero eso no le quita méritos a Anaximandro, ya que su linea de pensamiento va en consonancia hacia lo que creemos los que estamos en estas páginas de Metafísica. En este filósofo griego encontramos Propósito, Trascendencia y Eternidad.

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