lunes, 23 de marzo de 2015

EL ZAZEN



Esta vez les hablaré de un tipo de meditación que progresivamente se está haciendo conocida en el hemisferio occidental. Les invito a conocer su historia.

Zazen es la forma japonesa de la expresión china 坐禅 (zuòchán en pinyin, o tso-chan en Wade-Giles), que significa "meditar sentado" (Za=sentarse, Zen=meditación). La palabra Zen proviene del sánscrito "dhyana" (atención plena al momento presente), que pasó a China, convirtiéndose en "Chan" (o "Ch'an"), y luego en Corea se transliteró fonéticamente en "Son", llegando finalmente a Japón, donde su transliteración es la actual palabra Zen. Hoy en día muchas escuelas en occidente usan este término en su versión japonesa. Hay que recordar que el Zen es una forma de budismo, por lo que la meditación que emplea esta corriente es el Zazen, al igual que la escuela Theravāda emplea la Meditación Vipassana y la escuela de budismo tibetano el Dzogchen.

DESCRIPCION DE LA POSTURA

Comenzaremos diciendo que es fundamental que la columna vertebral permanezca erguida y alineada en su propia verticalidad. La cabeza deberá recogerse hacia atrás, como quien repliega la barbilla, igual que si un hilo tirara desde la nuca hacia arriba, haciéndolo de tal forma que la punta de la nariz y el ombligo formen una línea perpendicular, mientras las orejas se sitúan en línea también perpendicular con respecto a los hombro. También suele emplearse la imagen de una persona que está dentro un ascensor repleto de gente, y cuya cabeza, para evitar colisionar con la de una mujer de ampuloso peinado, debe replegarse sobre sí misma, encogiendo la barbilla hacia su propio pecho.

Al sentarse, será importante que las nalgas se sitúen en la mitad delantera del cojín, cuyo efecto es el del adelantamiento de la pelvis, para que de ese modo el Hara quede liberado y las piernas, inclinándose en ángulo obtuso con la columna, faciliten esa liberación. Adoptada ya la postura correcta, el Hara, centro vital del ser humano, será el punto donde converja el conjunto de las fuerzas corporales, allí a tres o cuatro centímetros bajo el ombligo, en la profundidad del vientre.

Si bien en un primer momento esta postura puede percibirse como incómoda, tal percepción está relacionada con nuestros hábitos y condicionantes occidentales, pues lo cierto es que el modo de sentarse del Za-Zen, posando las nalgas sobre los talones, siempre ha sido considerado como una postura natural por todos los practicantes, independientemente de su procedencia. La postura de Za-Zen llamada postura loto consiste en cruzar las piernas colocando el pie izquierdo sobre el muslo derecho y el pie derecho sobre el muslo izquierdo. La rodillas, inclinadas hacia abajo debido al efecto de sentarse sobre el cojín, se apoyarán firmemente sobre el suelo. Nalgas y rodillas configurarán un triángulo de apoyo en el que el centro principal de gravedad donde se asienta todo el cuerpo es el Hara.

En caso de que la postura loto resultara especialmente incómoda, es aconsejable no forzar el cuerpo y adoptar la postura llamada de medio loto, que consiste en que el pie izquierdo repose sobre el muslo derecho, mientras que el pie derecho se coloca bajo el muslo izquierdo. Las dos rodillas tocan el futón, zafú o zabutón. También se contempla la tercera alternativa, la llamada postura birmana, en la que el pie izquierdo reposa junto a la pierna derecha, pudiéndose también producirse la colocación inversa, es decir: el pie derecho junto a la pierna izquierda. Sogyal Rimpoché, aclara que las piernas cruzadas expresan la unidad de la vida y la muerte, el bien y el mal, la sabiduría y los medios adecuados para alcanzarla, los principios masculino y femenino, el samsara y el nirvana, el talante de la no dualidad.

Finalmente, la postura meditativa incluye otras dos posibilidades más. La utilización del banquito de meditación y la de una silla. En cuanto a la segunda, cabe señalar que es fundamental mantener la espalda recta y alejada del respaldo de tal forma que las piernas, relajadas, se orienten mediante una inclinación hacia abajo, y las nalgas queden más elevadas que las rodillas. Sea lo que fuere, conviene recordar que el Ser es “salvaje”, no conoce de culturas, es independiente de toda religión y se manifiesta en cualquier postura, sea en la postura del cojín, en la del banco, en la de la silla, en los movimientos eróticos. Y, si hiciera falta, hasta en el mismísimo W.C., ya que todo lugar es potencialmente sagrado, y en todo lugar puede asentarse el templo de Buda. Pero el Za-Zen es nuestra referencia.

En cuanto a las manos, la mano izquierda se colocará sobre la mano derecha y ambas, de ese modo superpuestas, con las palmas hacia arriba se posicionarán junto al vientre. Las puntas de los dedos pulgares, uno frente a otro deberán tocarse de tal modo que ambos formen una articulación horizontal, es decir, configurarán una posición que ni forme un valle (hacia abajo), ni una montaña (hacia lo alto). Un indicador de los extremos de tensión o laxitud corporal y anímica en que se halla el meditante es de qué manera, si apretados o laxos, se halla precisamente la posición de los pulgares entre sí. Para que todo ello fluya del modo indicado, la mirada oblicua, con los párpados entreabiertos, se situará fijándola sobre un punto exterior situado al frente, alrededor de 90 centímetros desde las nalgas. Ello evita distracciones y fomenta la concentración, aunque es preciso añadir que la atención surgirá desde la vivencia interior, la sensación de ser.

Es sumamente importante insistir que estos criterios tienen un carácter indicativo, y es preciso recibirlos como referencias orientadoras, sin más, y muy lejos de cualquier tipo de rigidez normativa, como las provenientes casi siempre de ámbitos religiosos sean occidentales u orientales. El Zen no es una religión. El Zen es un Camino. El Zen esencialmente es liberación, y por tanto nada, absolutamente nada, tiene que ver con la tensión, menos con la obsesión. La meditación, tiene menos que ver con la ascética y con la moral que con la libertad, patrimonio de los seres despiertos.

EL FLUJO DE LA RESPIRACION

El ser humano adopta una postura erguida, por tanto su tronco camina en vertical. Ello influye en su expresión, en su conducta.

El punto más importante, donde reside la mayor fuerza y, al mismo tiempo, la zona más sensible de cara a mantener la postura justa es el Hara. Debe ser objeto de nuestra atención que esa zona se convierta en lo que es, en la base firme sobre la que debe descansar la parte superior del cuerpo, y ello de tal modo, que si resultara que la parte superior fuera más pesada y la inferior ligera, se podría simbólicamente entender que la vida se hallaría oprimida por algo objetivo, y las instancias superiores arrastradas por las inferiores. Mientras que si la parte inferior se muestra sólida y la superior ligera, ello representaría un estado en el que la vida del cuerpo trasluce el carácter de sujeto que abarca aquello que es objetivo. Pero, insistimos, esta observación no deja de ser una apreciación simbólica.

La postura correcta del cuerpo humano se alcanza insuflando en el abdomen (Hara) la fuerza (Genki) de todo el cuerpo, lo que implica el tensar de algún modo los músculos abdominales. Si esta operación se lleva a cabo correctamente, en la profundidad del vientre aparecerá un punto de concentración como núcleo de tensión (Kikai Tándem). La habilidad de ejercitarse en el Hara liberando todas las fuerzas dispersas a lo largo y a lo ancho del cuerpo, para seguidamente concentrarlas todas en el bajo vientre, es un arte que ha estado y está presente en la inmensa mayoría de las artes orientales. El hecho de que el Hara sea fuente de vigorosa energía, se halla unido a la forma natural de espirar el aire. Cuando aspiramos, surge la fuerza del vientre, manteniendo intacta su postura. Es entonces cuando el aire aspirado penetra sin obstáculos llenando la parte superior del vientre, siendo al final de la respiración cuando el Hara se plenificará espontáneamente de energía para, seguidamente, poder espirar el aire de modo fluido y natural, sin que en momento alguno debamos contener el proceso respiratorio.

Una vez equilibrado y armonizado el cuerpo en el vaivén del proceso respiratorio, la zona del estómago aparecerá cóncava en el momento de la espiración, mientras que el abdomen, sin forzarlo, sobresaldrá levemente. El abdomen, aparentemente inalterado desde afuera, se percibirá desde adentro como algo endurecido; una sensación que, aunque levemente, subraya el tránsito entre la vacuidad y la plenitud. En ese proceso de vaivén respiratorio, la aspiración se lleva a cabo en menos tiempo que la espiración, lo que ayuda al progresivo fortalecimiento del Hara. Esa espiración tiene que ser más gruesa cuanto más se acerque a su final, como si tuviese la forma de una porra. Si no se tiene fuerza en la base del Hara, la espiración será como un leve suspiro, pero si espiramos el aire desde la base del abdomen, lo haremos con fuerza y como un torrente.

La llamada postura correcta es la que permite al cuerpo colocarse en la verticalidad idónea mediante la que se facilita la transparencia del Ser ajena al lastre del ego y sus ilusiones dualistas, que es el causante de que la fuerza se contraiga en diferentes puntos. Es así como puede emerger la vacuidad del yo. En la postura correcta, queremos insistir en ello, el centro de gravedad se sitúa en el Hara, que se torna duro y firme, siendo allí donde, de modo fluido y natural, se congrega la fuerza abdominal. Semejante fuerza, deja asimismo fluir la tensión justa donde se trasluce la plenitud de toda la energía corporal, que resalta sobre todo en el momento de la espiración. Cabe añadir que la postura en la que es el pecho el que se tensa, provoca el alzamiento muscular con la consiguiente debilitación del abdomen, desplazándose el centro de gravedad a la zona superior, lo que provoca un desequilibrio.

La importancia de los hombros es esencial a la hora de que surja la postura correcta. Dürckheim señala que es preciso soltarse en los hombros para alcanzar esa postura y alcanzar la verdadera forma. Soltarse en los hombros para así apoyarse en el centro vital, transparentando de ese modo el auténtico vacío del cielo (parte superior), y la plenitud de la tierra (parte central inferior).

En el Za-Zen, tenemos la ocasión de evidenciar la postura “justa” del ser humano, la verdadera forma que nos es propia, nuestra imagen primordial, nuestro arquetipo esencial, que nos pone en contacto con la Unidad. El trabajo sobre nuestra forma postural no es otro que el ser transparente a nuestro Ser esencial; transmitirlo y proyectarlo es la única tarea, que puede dar sentido a nuestra estancia en la tierra. Allá, en el fondo de nuestro núcleo más íntimo; desprovista tu alma, como si de una cebolla se tratara, de las conchas que la cubren; allá en el fondo, donde la desnudez del yo, convertida en el más sólido de los vacíos, evidencia una esencia que clama por despertar, por expresarse, y hasta por chillar. Allá en el fondo. Allá, desprovisto y desnudo, allá está ESO, en forma de clamor. Sólo quien habla desde el fondo puede calar en el Tú; sólo quien, libre de ficciones literarias, habla o escribe desde su núcleo, puede alcanzar el núcleo del otro. Porque sólo la transparencia suscita transparencia. Sólo la mirada limpia engendra otra mirada limpia.

PRACTICAR EL ZAZEN: SHIKANTAZA

Shikantaza significa estar simplemente sentado. No se medita con ningún objeto, pensamiento o imagen.

Se concentra la atención y la actividad principalmente en la espiración, de manera que tiende a establecerse un ritmo lento de respiración abdominal en que la espiración es notoriamente más prolongada que la inspiración.

Simplemente estar sentado; no reflexionar; sencillamente respirar y no seguir activamente los pensamientos. No forzar los pensamientos, permitir que fluyan, no detenerse en ellos, dejar que aparezcan y se vayan. Los pensamientos van y vienen, depurando el contenido superfluo del inconsciente, hasta que la mente, entra en un estado de atención más sutil.

INFLUENCIA DEL ZAZEN

- La postura corporal mejora. Se afianza la motricidad desde el centro de gravedad del cuerpo, a la altura de la pelvis.

- Desaparecen tensiones innecesarias, especialmente las derivadas de expresión o auto control en la cintura escapular (hombros y omóplatos) y cuello.

- Mejora el riesgo cerebral y la compenetración entre las tres capas del cerebro (instintivo, emocional, y córtex) y la conexión entre hemisferios.

- Se establece una respiración más lenta y profunda, integrando el abdomen en el movimiento del diafragma, consiguiendo una mayor y más equilibrada oxigenación de todo el metabolismo.

- Se crea una coordinación entre la expresión corporal y el pensamiento.

- Los pensamientos desordenados del inconsiente tienden a depurarse, como en una digestión mental.

- Se producen niveles de descanso metabólico y mental más profundos que durante el sueño corriente.

- Se flexibilizan partes del cuerpo como las caderas, ingles, lumbares, tobillos, rodillas (aunque se recomienda ser cauteloso con las rodillas al colocarse), y se permite la participación psicosómatica de más partes del cuerpo en la configuración de sensaciones (integración emocional del cuerpo).

Mentalmente se tiende a dejar las actitudes de ansiedad. Se deja de ver las opiniones y descripciones como tajantes en presencia de un opuesto. Se produce una reintegración de la intuición y la herencia subconsciente, al tiempo que renovada apertura para hábitos o visiones nuevas. El Zazen se considera una puerta a lo más profundo del ser y la llave a nuevas etapas de desarrollo de la conciencia. Al mismo tiempo se describe a veces como el método de devolver al cuerpo y la mente su condición natural.

A la conclusión que llego es que el Zazen, es un método de meditación interesante, por su concepto de no cuestionar, sino simplemente que todo fluya, en especial, los pensamientos. El hecho de conectarnos con el Universo, para volver a la unidad me parece notable. Su postura nos muestra el equilibrio entre el cielo y la tierra. El Zazen es un camino para encontrar nuestro divinidad interior, por lo tanto, esta meditación va en consonancia con lo que nosotros buscamos, es decir, Propósito, Trascendencia y Eternidad.

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