lunes, 9 de febrero de 2015

EL PROBLEMA DEL MAL Y EL LIBRE ALBEDRIO



Cito a San Agustín de Hipona, en el libro Historia de la Filosofía, de Michele Federico Sciacca, sobre su exposición sobre la solución del problema del Mal y del Libre Albedrío.

Lo que expone este representante de la Patrística Cristiana, es que todos de alguna manera pensamos que hay 2 fuerzas opuestas: la del Bien y la del Mal. Siguiendo esta linea de pensamiento, si el principio del Bien es incorruptible e inviolable, lo daña de alguna forma el hecho de haber una fuerza opuesta con el mismo rango de poder, hace por lógica que ambos principios no sean corruptibles ni menos inviolables y se caería en una contradicción evidente.

Las cosas corruptibles, son en principio buenas, pero no en forma absoluta, de otro modo serían perfectas. De hecho para que algo se corrompa debe ser inicialmente bueno. Entonces, si todo ser en cuanto existe, es un bien, y todas las cosas que Dios ha creado, por el hecho de que existan, son un bien, pero no absolutamente perfectas. Por consiguiente el Mal no es ser, sino deficiencia, carencia, tampoco una realidad positiva en si, por lo tanto, es un mal uso que le damos a nuestro Libre Albedrío.

Siguiendo esta argumentación, el Mal moral es el pecado y es propio de las criaturas racionales, y la causa de dicho pecado es el Libre Albedrío. Dios quiere que el hombre sea libre para que sea responsable y capaz de acciones moralmente buenas o malas.

A lo que yo he concluido, es que en este Mundo se pagan las cosas buenas y malas que nosotros hacemos en esta Vida. No creo sinceramente que exista una Entidad del Mal que nos lleve a hacer cosas malas.

Estoy convencido de que cuando se usa mal el Libre Albedrío, es porque nuestros sentimientos, emociones, pensamientos y acciones son erradas, en todos los ámbitos de nuestra Vida, y que después lamentamos amargamente en algunos casos. Creo que debemos ser más conscientes espiritualmente de lo que decimos, hablamos y hacemos, para no cometer los mismos errores de antaño, ser más autocríticos con nosotros mismos y no victimizarnos ni echarle la culpa a los demás de nuestros errores.

Ocupemos esta herramienta que nos proporciona el Altísimo, para ser mejores de lo que somos, ser más empáticos y sintonizados con la realidad que se nos presenta, y sacar las lecciones que nos enseñan los Grandes Maestros e Iluminados y los Filósofos de distintas partes de este Mundo para ser personas más evolucionadas espiritualmente y más cercanos a esa Iluminación y Trascendencia para que todos seamos Uno con la Eternidad.

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