viernes, 20 de febrero de 2015

ENOC, EL PROFETA QUE VIAJO A OTROS MUNDOS



Voy a hablar sobre un personaje muy antiguo. Me refiero de Enoc, llamado también Henoc, Enoch, Enoq o Janoj. Su nombre significa "El Iniciado", y de hecho es considerado el primer Iniciado de la Historia.

Era hijo de Lared, padre de Matusalén, abuelo de Lamec y bisabuelo de Noé. Se dice en el Génesis del Antiguo Testamento, que Yahveh estaba con él, a diferencia de sus antecesores, porque era una persona que se comportaba de manera sabia y justa en un mundo dominado por seres impíos y deshonestos. Incluso se dice que no murió sino que fue "arrebatado y llevado a los cielos por un carro de fuego". La verdad es bien poco lo que se sabe de él. Sin embargo, existe un texto apócrifo que se llama el Libro de Enoc, que podría darnos más luces sobre el.

El libro de Enoc pasa por ser el más enigmático y sorprendente de cuantos apócrifos existen. Y lo es porque contiene todas las vivencias sobrenaturales vividas por Enoc hasta que fue arrebatado y llevado a los cielos. De lo ocurrido hasta entonces, el Antiguo Testamento no dice nada, pero este libro sí, y lo que dice, por sorprendente, bien pudiera ser la causa por la que fue desterrado del canon bíblico. Explica que el contacto de Enoc con los seres celestiales se inició del siguiente modo: "Estando solo en mi casa, se me aparecieron dos hombres de gran estatura. Sus rostros brillaban como el Sol. Sus ropas y sus voces eran magníficas."

Muchos intérpretes, los más audaces, identifican a estos seres, que según la tradición eran ángeles, con una suerte de visitantes de otros mundos. Y esto no sería nada más que una atrevida propuesta, de no ser porque el libro de Enoc narra a continuación cómo el patriarca viajó cuan astronauta por diferentes mundos y esferas del firmamento "a bordo de un palacio capaz de surcar los cielos". Dice Enoc respecto al lugar en el que efectuó sus viajes: "Era un gran palacio hecho de cristal labrado. El suelo estaba embaldosado de placas de vidrio y el piso era también de cristal." A través de ese suelo, Enoc asegura que era capaz de ver las estrellas y planetas que atravesaba en su viaje. Al patriarca, señala el texto, aquellos seres que ocupaban tronos de cristal en el "palacio volador", le explicaron toda una extensa cosmogonía y le narraron la historia de los hombres.

Le dijeron que Dios, en tiempos remotos, envió a la Tierra a sus emisarios. Estos seres, de gran estatura, "eran los vigilantes del cielo", pero se mezclaron con las mujeres, alterando así con ello el plan divino, lo que según los exégetas serviría para identificar a los "vigilantes del cielo" con los gigantes prediluvianos de los que habla el Génesis.
Podría pensarse que los relatos de Enoc son pura metáfora, que no refieren sino un delirio visionario. Y podría defenderse así de no ser porque Enoc asegura que los tripulantes del "palacio de cristal" le revelaron algunas cosas sobre el funcionamiento del cosmos que la ciencia ha confirmado como reales miles de años después de que se escribieran tan fascinantes relatos. Enoc explica en su libro con detalle las órbitas solares y lunares, así cómo la mecánica celeste. Desarrolla, por ejemplo, las leyes que rigen la densidad de las estrellas con detalles que parecen propios de astrónomos actuales. Desarrolla que la Tierra tarda trescientos sesenta y cinco días en girar alrededor del Sol y que la Luna hace lo propio sobre la Tierra, dividiendo su calendario en cuatro fases. Además, asegura que existen más sistemas estelares y planetarios.


Puedo concluir que es un personaje enigmático, interesante y desconcertante a la vez. Me llama la atención de que en el Libro de Enoc, describe cosas que han sido comprobadas miles de años después por la Ciencia. Pienso que estamos ante una persona singular, única y extraordinaria. El hecho de tener la posibilidad de ver y relatar las cosas de otros mundos, lo hace increíble. Otra cosa que lo engrandece, es el hecho de tener un comportamiento bueno, correcto y ser consecuente con su forma de ser, en una época dominada por personas malas, soberbias, envidiosas, egoístas y sedientas de poder y sangre. Y por sus buenas acciones fue premiado por Dios. Emulemos a Enoc, y no caigamos en las tentaciones de este mundo moderno, seamos fieles a nuestros valores y principios, tengamos dignidad y la humildad para que en un tiempo no muy lejano, la Evolución y la Trascendencia sean ese presente constante e inmutable que nos permita llegar a esa Eternidad pletórica de paz, alegría y felicidad para todos nosotros.

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